lunes, 12 de diciembre de 2011

No Más Lucro en las AFP!! por Manuel Riesco *

Las AFP lucran escandalosamente con la previsión y han dejado a los chilenos y muy especialmente a las chilenas, sin pensiones que merezcan el nombre de tales. Ahora se preparan para echarle el guante a los ingresos de los trabajadores y trabajadoras independientes. Como si fuera poco, han anunciado que pretenden subir las cotizaciones y aumentar la edad de jubilación, especialmente a las mujeres, agravando su discriminación actual. Al mismo tiempo que pierden a manos llenas el dinero de sus afiliados en el casino de los mercados financieros mundiales.

El país va a repudiar estos nuevos abusos. Los independientes harán uso de su derecho transitorio a negarse a estos descuentos. Se rechazará tajantemente la elevación de las cotizaciones y edad de jubilación.


Ha llegado el momento de terminar con este sistema abusivo, que a lo largo de tres décadas ha venido expropiando las contribuciones de los trabajadores a la seguridad social, mientras el Estado debe cargar con casi todas las pensiones. Las AFP no son un sistema de previsión sino de ahorro forzoso de los trabajadores en beneficio de los grandes grupos financieros.

Hay que acabar con el lucro en la previsión y restablecer el sistema público de pensiones, basado en el esquema solidario, que ha venido entregando pensiones dignas a lo largo de un siglo en todos los países desarrollados.

Las AFP y compañías de seguros relacionadas se han embolsado uno de cada tres pesos cotizados por sus afilados desde 1981 hasta ahora, según consta en los balances del propio sistema. El grueso de los otros dos pesos lo transfieren a sus compinches en forma de préstamos y capital accionario: la mitad de sus inversiones en Chile se encuentra en manos de sólo doce grandes grupos económicos encabezados por los dueños de las AFP, que se llevan la parte del león. Uno de ellos era La Polar, cuyas emisiones de bonos eran organizadas por el banco propietario de la principal AFP, que las suscribía con fondos de los afiliados para cubrir deudas impagas de esta fraudulenta empresa con el mismo banco.

El sistema de AFP no otorga a nadie pensiones que merezcan el nombre de tales. Ello fue asumido parcialmente por la reforma de la Presidenta Bachelet, mediante la cual el Estado se tuvo que hacer cargo de otorgar beneficios solidarios al 60 por ciento de los afiliados con pensiones inferiores a los 200,000 pesos (unos 400 dólares) mensuales. En su gran mayoría, sencillamente no recibían nada de las AFP.

Sin embargo, el 40 por ciento restante de afiliados de sectores medios tampoco reciben pensiones que les permitan retirarse en condiciones mínimamente adecuadas. Ello se puede comprobar con los siguientes casos reales.

Una jueza, que intenta jubilar al cumplir la edad legal para hacerlo tras cotizar toda su vida sin fallar un solo mes y por el sueldo tope, obtiene una pensión de 330.000 pesos (unos 600 dólares) mensuales. Eso representa menos de la décima parte de su sueldo, por lo cual simplemente no puede jubilar. Dirán que fue afectada por el daño previsional ocasionado por la sub cotización a los empleados públicos durante los años 1980 y es cierto. Sin embargo, una médico con la misma trayectoria de cotizaciones, pero que ha trabajado toda la vida en el sector privado, obtiene una pensión de 465.000 pesos (unos 930 dólares) mensuales, cerca de una octava tercera parte de sus ingresos en actividad. Tampoco puede dejar de trabajar. (Los Subrrayados son nuestros)

* Manuel Riesco es chileno, nacido el 29 de octubre de 1947. Es ingeniero civil industrial, magíster en economía, de la Universidad de Chile y cursó estudios de doctorado en economía política en el Instituto de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de la URSS.


El Artículo Completo AQUí

sábado, 10 de diciembre de 2011

La Elite Coludida: El Chile que no da para más!! por Gonzalo Durán y Marcos Kremerman *

Ahora fue el turno de las empresas avícolas. La Fiscalía Nacional Económica (FNE) presentó un requerimiento ante el Tribunal de Defensa de La Libre Competencia en contra de las empresas productoras de pollo Agrícola Agrosuper, Empresas Ariztía y Agrícola Don Pollo, así como de la Asociación de Productores Avícolas de Chile (APA) por “celebrar y ejecutar un acuerdo en el mercado de producción y comercialización de la carne de pollo, consistente en limitar y asignar cuotas de producción, controlando la cantidad producida y ofrecida al mercado nacional”. La típica y vieja estrategia de controlar la oferta, para controlar el precio y mantenerlo más alto, algo muy parecido a lo hacen los países que forman parte de la OPEP, el cartel del petróleo.

Además, el Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, declaró que la Fiscalía Metropolitana Oriente esta recopilando antecedentes para determinar si abre una investigación criminal y precisó que si hay que perseguir a delincuentes “de cuello y corbata” lo harán, ya que no es posible que se castigue el robo de una gallina y no se castiguen las grandes estafas y fraudes a los ciudadanos.

Y no es para menos, el pollo es parte de la dieta de las familias chilenas y un sustituto para muchos hogares que no pueden darse el lujo de consumir carne. Una familia de 4 personas que consume 10 kilos de pollo al mes, está destinando cerca de $18.000 mensuales de su presupuesto, o sea, casi el 10% de un salario mínimo, que actualmente ganan 1 millón de personas en Chile.

Hoy fueron los pollos, ayer fueron las farmacias, los buses y el escándalo de La Polar. Colusión, carteles, delitos, evasión, elusión, palabras más, palabras menos, lo cierto, es que a pesar de que nos quieren hacer creer que estos casos son una excepción, al parecer estamos frente a una constante, frente a una manera de hacer riqueza, algo así como el ethos empresarial chilensis.

Cómo sólo explotan los casos más burdos y que están expresamente reñidos con la ley, pareciera que corresponde a situaciones puntuales, sin embargo cuando exploramos los contornos de la ley y sus espacios de maniobra nos encontramos con las historias que usted conoce y sufre día a día, como trabajador/a, consumidor/a, jubilado/a, paciente o estudiante:

- Empresas que subcontratan parte de su giro o procesos secundarios para ahorrar costos, con contratistas relacionadas, o ex ejecutivos que ahora prestan servicios a la compañía bajo una nueva modalidad.

- Empresas que en las negociaciones colectivas entregan estados financieros a su conveniencia y que a pesar de que la economía chilena crece y crece, siempre están con números rojos, porque utilizan la figura del holding, del multirut, o de la casa matriz de capitales extranjeros para triangular sus cuentas.

- Empresas que tienen a sus trabajadores a plazo fijo por más del tiempo permitido o sustituyen el contrato por el boleteo o el trato de palabra (en Chile hay casi 1.2 millones de falsos asalariados)

- Empresas que dejan encerrados a sus trabajadores en los turnos nocturnos.

- AFP que siguen aumentando su rentabilidad, mientras los dueños de los fondos (los trabajadores chilenos) caen por efecto de la crisis.

- Isapres que alcanzan cuantiosas utilidades, mientras tienen listas negras de trabajadores de algunas empresas que no están dispuestos a incorporar y suben una y otra vez el valor de los planes a las personas más riesgosas (mujeres en edad fértil y adultos mayores).

- Establecimientos de Educación Superior que utilizan otras razones sociales para lucrar y venderse servicios y de paso proporcionan créditos internos a sus alumnos con altas tasas de interés, para que puedan financiar sus carreras.

- Bancos que pueden llegar a cobrar una tasa de interés por un crédito de consumo de 50%, porque la ley lo permite.

Hoy son los Vial, los Ariztía y sus redes de influencia. Sin embargo no se trata de un caso particular ni de un par de familias o multimillonarios excéntricos que establecen prácticas reñidas con la ley y que son repudiados por el resto de sus pares.
(Los subrrayados son nuestros)

El Artículo Completo AQUí

* Gonzalo Durán y Marcos Kremerman son Economistas de la Fundación SOL
http://www.fundacionsol.cl

sábado, 3 de diciembre de 2011

Vamos, Chilenos!! Giorgio Jackson *

“¿Está bien que las empresas, luego de 27 horas de televisión abierta publicitando gratuitamente sus marcas donen un monto que representa aproximadamente el 0,5% del presupuesto anual del Ministerio de Salud?”.

Resulta difícil no emocionarse al ver cada uno de los casos que se ven estos días en TV abierta, niños o adultos que, producto de algún accidente o problemas congénitos, han sido tratados por la Teletón. Cada uno de ellos representa una muestra casi incomparable de sufrimiento, discriminación, trabajo, perseverancia y superación. Por su parte, quienes trabajan en la Fundación Teletón nos dan lecciones al entregar su vida y vocación al servicio de una causa durísima, pero noble, como lo es la medicina y en particular, la rehabilitación.

De chico siempre pensé –un poco ingenuamente- que los días de la Teletón cambiaban las conciencias de las personas, contribuyendo a tener un país más inclusivo, donde quienes padecieran de alguna discapacidad se sintieran integrados –como un ciudadano más- y no discriminados. Sin duda es emocionante ver abrazarse por una causa así a gente que se pelea todos los días.
Por supuesto que me conmueve que tanto niños como trabajadores hagan donaciones y que, de esta manera, se pudiese dar una señal de transversalidad y urgencia por una causa. Lamentablemente han pasado 33 años desde la primera Teletón y al parecer la concientización no ha sido más que un pequeño espacio anual de culpa y sensibilización, ya que el tratamiento de niños y adolescentes con necesidades especiales no se ha transformado en una política pública sustentable.

¿En qué se ha transformado la Teletón?

Hoy, las 27 horas de la Teletón –separarlo de la Fundación Teletón- y las semanas previas, parecen más un supermercado de caridad que una campaña de concientización destinada a superar el problema de fondo que hay tras la discapacidad. Hay ofertones de todas las empresas para donar cierta cantidad condicionado a las ventas diarias y todas las calles con marketing gratuito de las empresas, intercalado con experiencias de vida asombrosas y emocionantes, que revelan procesos íntimos y privados que, probablemente, nadie quisiera mostrar. Con este panorama y ante la crítica de muchos sectores a la manifestada negativa que muchos dirigentes estudiantiles sostuvimos ante la posibilidad de asistir a la programación televisiva de la Teletón, me surgieron algunas preguntas para cuestionar la pertinencia de dicha decisión.

¿Es necesario que nos tengan que mostrar las tragedias más grandes para que entendamos la necesidad de aplicar políticas estables para quienes sufren de una discapacidad?

Probablemente, como parte de la concientización, esta violación al espacio privado sea un mal necesario relevante para la integración, la necesidad de generar políticas sociales “amigables” con las necesidades especiales (Vivienda y Urbanismo, Educación, Transporte, OO.PP., etc.) y contribuya a la lucha por la no discriminación. Debería contribuir al despertar del “velo de la ignorancia”, que nos llama a ponernos en el lugar del otro y qué esperaríamos de la sociedad en ese caso.

¿Es bueno que la gente done sus recursos particulares para esta causa?

A mí me parece genial que alguien de manera voluntaria quiera desprenderse de algo por el bien del prójimo. Pienso que todos –en mayor o menor medida- lo hemos hecho. Creo, sin embargo, que no puede ser un chivo expiatorio para desentenderse de la problemática, sino todo lo contrario. Debería servir como chispa que prenda un compromiso mucho más profundo por los derechos de las personas y que éstos no dependan de la caridad de otros, ya que la salud y la rehabilitación se tratan de un acto de derechos sociales y justicia.

¿Está bien que las empresas, de manera voluntaria y solidaria, donen porcentajes de sus utilidades a esta causa?

Es difícil negarse con una pregunta planteada de esta manera. Al menos, mi respuesta, sería exactamente la misma que la anterior.
Ahora, vemos algunos ingredientes que hacen muy distinta esta pregunta. Existe una franquicia tributaria que transforma un porcentaje no menor de su donación en donación del Estado de Chile (aunque algunos argumenten que esa plata nunca llegó a las arcas fiscales), además de una omnipresente publicidad durante dos días de cadena nacional en TV abierta y carteles por todo Chile. Las mismas empresas se niegan a hacer una reforma en nuestra estructura tributaria –de las más bajas del mundo- mientras la desigualdad en Chile es de las más abultadas del mundo. Las empresas aportan sólo el 33% de los fondos recaudados ( TELETON 2010 ). Es decir, menos de 20 millones de dólares. Ahora, reformulemos la pregunta:

¿Está bien que las empresas, luego de 27 horas de televisión abierta publicitando gratuitamente sus marcas donen un monto que representa aproximadamente el 0,5% del presupuesto anual del Ministerio de Salud?

Primero, me preocupa que este esfuerzo sobrehumano hecho por las empresas no afecte al empleo ni al crecimiento económico, menos ante un escenario de crisis económica internacional.
Ahora, fuera de ironías, creo que la Teletón es una fundación que hace un trabajo increíble, donde la ciencia y la calidad humana se aplica en pos de la calidad de vida de muchos niños, adolescentes, adultos y sus familias que han sufrido mucho. Lo que sinceramente me molesta del show –y disculpen por generalizar en el término “empresarios”- es que se blanquee la imagen de muchos empresarios que se oponen a reformas tributarias y se aprovechan de una plataforma de publicidad, morbo y sensibilidad social para cumplir con su “responsabilidad social empresarial”. Mejor comiencen la responsabilidad social empresarial, contratando y remunerando justamente a sus trabajadores, dejando de destruir el medio ambiente, retribuyendo a la sociedad silenciosamente –mediante un alza de impuestos- y no faranduleramente, la oportunidad de generar onerosas ganancias, para que podamos financiar los desafíos e injusticias sociales que el país necesita.
Yo dono hoy a la Teletón porque no existe una política que se haga cargo del tema, y me da vergüenza tener que hacerlo. Espero que en un par de años no sea necesario hacer este tipo de colecta por la salud de la gente, me niego a pensar que los derechos de las personas dependan de la caridad. Honestamente no podría mirar a los ojos a uno de los niños mencionados en los casos de la Teletón y decirle que no va a poder ser rehabilitado porque no hubo suficientes ventas en Ripley. Eso me mataría de vergüenza, y es una de las razones por las cuales muchos no quisimos hacernos parte de la parte televisiva de la Teletón.

* Giorgio Jackson es Estudiante Ingeniería UC. Militante de la Nueva Acción Universitaria. Ex Presidente FEUC 2011.